Al final acabamos comprando una especie de monopoly, en el chino y en italiano (esta versión barata se llama Megalopolis). Yo quería la pelota de la Barbie, una de esas grandes que te sientas encima y vas saltando por el pasillo... pero necesitábamos un hinchador de bicis y no pudimos comprarla :(
El caso es que cuando llegamos a casa nos pusimos a jugar una partida y descubrimos que no hay que fiarse mucho de los chinos, que encima de que copian, copian mal. Las ciudades escritas en las cartas no coinciden con las ciudades del tablero, jeje, pero donde esté la imaginación no hace falta más.
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