domingo, 23 de noviembre de 2008

FLORIPA, ISLA DE LA MAGIA


Ahora que ya hemos vaciado las maletas de nuestro viaje a Brasil (y comenzamos a llenarlas para regresar a casa) voy a relatar nuestra pequeña aventura un tanto “gafada”.
Yo diría, incluso, que somos un poco desgraciados pero, teniendo en cuenta que a pesar de todo hemos viajado a Brasil, no puedo considerarme tal cosa.

A todos aquellos que decían envidiarnos por estar tomando el sol en playas brasileñas y poniéndonos morenos… alegraos! Nos ha hecho un tiempo de mierda, ha llovido todos los días y hemos pasado más frío que un tonto.

Resulta que en la zona a la que nosotros fuimos, Florianópolis, lleva mes y medio lloviendo. Una cosa bastante inusual, que nunca antes había ocurrido allí y mucho menos en estas fechas. Todo el mundo decía que no se lo explicaba y que no sabían por qué el tiempo está tan loco. Quizá nuestro fallo fue mirar el pronóstico una vez que ya habíamos comprado los billetes… o quizá no, porque si lo hubiésemos mirado antes tal vez nos habríamos perdido el viaje.

El caso es que nos dirigimos hacia allí con la maleta llena, no sólo de bikinis y pantaloncitos cortos, si no de esperanza y convicción en que el sol iba a salir sólo para nosotros nada más llegar y que la lluvia iba a cesar para dejarnos disfrutar de nuestra semana de playa, sol y calor (bien merecida, por cierto).


Tras 28 horas de viaje en autobús llegamos a Florianópolis. Del viaje decir que no se hace tan pesado como me imagino estaréis pensando. Los asientos son más cómodos que los de los autobuses a los que nosotros estamos acostumbrados, más amplios, se reclinan más (pueden ser cama o semi-cama), tienen baño y neverita con refrescos para que te sirvas a tu gusto. También hizo varias paradas para comer, cenar y desayunar. Además, te van dando unas bandejitas con cosas para comer y merendar.
A mi nunca me había gustado viajar en autobús pero la verdad es que no me importaría repetir (en estas condiciones) porque el viaje también es una experiencia y los paisajes que veíamos por el camino eran increíbles. Además, conoces gente de todo tipo, de todas partes, cada uno con una historia que contar y unas experiencias de las que algo se puede aprender.


Típicas casitas de colores en medio de la selva.


El verde es un color que abunda en brasil y el aires que allí se respira es puro y limpio, cosa que se agradece bastante cuando sales de Buenos Aires.


Fuimos con los 3 sevillanos (Pablo, Guille y El Largo) y con Cuko (de Albacete), todos compañeros de Emilio en Underground.
En cuanto al alojamiento, tuvimos bastante suerte porque resulta que un amigo de Pablo (que estudia en Underground también) es de allí y tiene una casa en la Playa de los Ingleses (que es la de veraneo) y otra en el centro de Florianópolis (que es donde vive con sus padres). Así que llamó a su padre para decirle que íbamos, que nos dejara la casa y que fuera a buscarnos a la estación para llevarnos a Playa de los Ingleses.

Para que os situéis os explico un poco qué es Florianópolis (Floripa) y dónde está situada:
Floripa es una isla situada al sur de Brasil que cuenta con 42 playas, muchas de ellas vírgenes y casi inexploradas por los turistas. A parte de estar bañada por el Océano Atlántico, cuenta con dos grandes lagunas, Lagoa da Conceiçao (agua salada) y Lagoa do Peri (agua dulce).
Parte de la ciudad se encuentra localizada en el continente brasileño y la otra parte es una isla (unidas por un gran puente). Nosotros estuvimos conociendo la parte de la isla.


Puente que une la isla con el continente.





Una vez situados alquilamos un coche (para 5, en el que nos metidos 6) para recorrer las distintas playas. Fuimos bajando desde Playa de los Ingleses hasta llegar a Naufragados, pasando por Santinho, Barra da Lagoa, Galheta, Playa Mole (aquí se practica mucho surf), Joaquina (donde se practica sandboard), Campeche (en esta parece que estés en la serie Lost por el paisaje), Morro das Pedras y Pantano do Sul.
Nos quedamos con las ganas de ver parte del norte: Canasvieiras, Jureré (donde se encuentran todas las mansiones lujosas de los famosos), Cachoeira, etc. pero perdimos un par de días a causa del mal tiempo y una mala planificación. Tampoco pudimos conocer a fondo el centro de Florianópolis pero con lo poco que estuvimos allí, vimos que es una ciudad que merece la pena ser visitada.






Momentos de pesca en las playas de Brasil.


Y en resumen, ese ha sido nuestro breve, pero no por ello menos intenso, viajecillo a Brasil. Nos hemos quedado con ganas de ver y hacer muchas más cosas, pero así siempre tendremos una excusa para volver.

sábado, 1 de noviembre de 2008

Al Ojo a Full... por la cara.



El miércoles comenzó el XI Festival Internacional de Publicidad, El Ojo de Iberoamérica. 3 días de conferencias, premios, exposiciones, publicidad, campañas, agencias, creativo/as, etc. que finalizaron anoche con una gran fiesta de clausura.

El lugar: el Hotel Hilton de Buenos Aires, en Puerto Madero.
El motivo de nuestra presencia: Underground, la escuela de creatividad donde estudia Emilio que premió a todos los que han hecho sus prácticas en GREY (premio del concurso del mes) con una entrada para El Ojo a Full (todo incluído). Además, la escuela montó un stand donde estaban trabajando otros compañeros (entre ellos, los españoles Paula y Cuko) quienes, amablemente, fueron prestando sus acreditaciones para que nos colásemos los demás.


Compartiendo acreditación. Fui Paula San Miguel en varios momentos.



Creo que al final nos colamos como... unos 6 o 7 y seguro que lo aprovechamos y disfrutamos más que muchos de los que habían pagado los $1.700 que costaba la entrada (a Full). Comimos y bebimos más que nunca y es que había de tooooooooodo. Un mini resumen de lo que sirvieron: carne en salsa (muy rica), panecillos, quesos de todo tipo, bandejas de frutos secos, empanaditas, salchichas y embutido, bocadillos, rollitos de primavera y otras cosas del estilo, tartaletas, etc. Y además iban pasando bandejas con más cosas.
Y de beber: Coca-Cola, cerveza, vino tinto, Fernet, cócteles de todo tipo con granizados de frutas, mojitos, Gancia y no se si me olvido de algo más.


Después de los premios, los postres: bombones de chocolate (con rellenos de dulce de leche, frutas, sin relleno, blancos, negros), pasteles de unas 6 variedades (de chocolate, de dulce de leche, con merengue, otros que no se ni de qué eran), pastel de queso, más bandejas con frutos secos, macedonía de frutas, bandejas con frutas y todo un stand de helados enoooormes y riquísimos, que podías pedir tantos como quisieras que nunca se acababan (yo me comí uno de mascarpone y 3 horas después otro de chocolate. Estaban buenísimos!). Y la bebida seguía sin terminarse nunca también.


Vamos, que no pagamos nada de nada y nos pusimos morados de todo. Y luego la fiestecilla, bailando hasta que ya pusieron la música chunga, esa que sutilmente te invita a que abandones el lugar y precede al encendido de la luz.









 
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